Me surgía esa pregunta cuando recibí la noticia de que un alumno de mi centro escolar, a punto de cumplir los 16 años, dejaría el colegio el mismo día de su cumpleaños.
Fue mi alumno en 4º y 5º de primaria y, sabiendo las dificultades que tenía, hicimos un gran trabajo para mitigarlas y potenciar sus otras inteligencias.
Con el tiempo, su adolescencia, sus profesores y sus circunstancias, ha decidido ponerse a trabajar con su padre.
No puedo negar que la noticia fue como un punzón en el corazón. La decisión final es suya y de su familia, pero creo que desde la escuela podríamos, tendríamos, que hacer más. Haber potenciado aún más su creatividad, haber valorado más sus capacidades artísticas, tecnológicas y empáticas.
Pero seguramente alumnos muy inteligentes emocionalmente (inteligencia inter e intrapersonal), kinestésicamente y hábiles con respecto a otras inteligencias, no tienen cabida en nuestro sistema educativo pese a esos profesores que se vuelcan en la educación de sus alumnos con más dificultades, sobretodo, si éstas están relacionadas a la inteligencia lingüística y a la lógico-matemática y a la capacidad de memorizar textos interminables, relaciones obsoletas, etc.
Es triste pensar que el sistema educativo actual, año 2014, 13 años después de la Odisea en el Espacio, siga primando única y casi exclusivamente la “memoria bulímica”. Estamos abocados al fracaso y estamos impidiendo que, por lo menos, la mitad de los alumnos de nuestros centros escolares no vean su periplo escolar como algo necesario, motivante y en ocasiones, divertido.
Para terminar quiero citar a Francisco Mora: “Se aprende lo que se ama”. Excluimos las emociones, sus intereses y sus opiniones, y cometemos un grave error.
PD: Por suerte, existen islas (colegios, docentes) que luchan, trabajan y se desviven por una educación global de sus alumnos.
¡Bravo por todos ellos!