"Creo que existe mercado para unos cinco ordenadores en todo el mundo"- Thomas Watson, Presidente de IBM 1943 

Un profesor competente tecnológicamente tiene las capacidades, estrategias y conocimientos para hacer un buen uso de las TIC al servicio del aprendizaje. Esto supone, en primer lugar, la adquisición de competencias instrumentales necesarias y, en segundo lugar, un cambio de enfoque metodológico que se sirva de la tecnología para la creación de contenidos, la promoción de la creatividad, la comunicación y la colaboración en red.

Los niños de hoy han nacido en una cultura digital, marcada por la creciente influencia, avance y desarrollo de las herramientas tecnológicas. El sistema educativo debe hacer frente a esta realidad, conocerla, incorporarla y adaptarla.

Esto es así, en primer lugar, porque no podemos darle la espalda al mundo e ignorar la enorme transformación que las TIC han supuesto en nuestra forma de comunicarnos, trabajar, decidir y pensar. Además, si la escuela ofrece una enseñanza obsoleta, corre el riesgo de descalificarse a sí misma.

 

 

Utilizar las TIC en el aula tiene, también, un importante carácter ético. Por un lado, ayuda a evitar la brecha digital, y por tanto a impedir la exclusión de los más vulnerables, y promueve un buen uso de las tecnologías al servicio del aprendizaje, alejándolas de evidentes riesgos, como son una cultura de la inmediatez, la superficialidad y la falta de análisis (Marchesi, 2006), mientras maximizan su capacidad para acceder y gestionar información, crear contenidos, atender la diversidad promover el aprendizaje activo y acercar el aula al mundo.

Si la realidad, de alguna manera, impone las TIC en las aulas, también ofrece enormes oportunidades a los docentes en la programación de actividades.

Gracias a ellas el profesorado tiene la posibilidad de proponer tareas más motivadoras y eficaces, y condiciones más favorables a la atención a la diversidad, al poder asignar trabajo diferente a los alumnos de forma mucho más ágil, y con ello, poder practicar la instrucción individualizada. También permiten adaptarse mejor a diferentes necesidades y estilos de aprendizaje. Por los mismos motivos, las TIC han de suponer un aliciente para ayudar más y mejor a los alumnos con necesidades educativas especiales, gracias a las oportunidades que hardware y software disponible.

 

Pero convertir las palabras en hechos requiere un proceso largo en el que profesorado debe superar nuevos retos. Normalizar el uso de las tecnologías en el aula implica, en primer lugar, la alfabetización digital del profesor; hace falta, también, garantizar que se dispone de recursos suficientes para usarlas en nuestra área, adecuados a la tipología y nivel de los alumnos y adaptados a los currículos que se imparten.

A la hora de aplicar recursos TIC en el aula, es necesario que muchos profesores se planteen nuevas metodologías en sus programaciones, o cuanto menos una adaptación de las existentes, y hacer cambios en su gestión de aula. Una aplicación exitosa de la digitalización de las aulas implica, así mismo, que el profesorado incorpore nuevas estrategias de evaluación que destierren definitivamente la visión de los ordenadores como algo lúdico y sin consecuencias para la evaluación.

Adicionalmente, el profesor debe plantearse si desea que las TIC se incorporen en su aula como algo más que un recurso de consulta o de procesamiento de información. Las TIC permiten que el alumnado adquiera un papel progresivamente más activo y productivo, promoviendo que utilice la tecnología como instrumento para la creación de contenidos, la creatividad, la comunicación y la colaboración en red, en un contexto de trabajo por proyectos.

Una y/u otra opción se conseguirán de forma más eficiente y completa si el profesorado tiene una disposición para colaborar entre sí, y trabaja coordinado para implicar a la comunidad escolar, liderado por equipos directivos que adopten estrategias organizativas y pedagógicas apropiadas, según se reflejen en los valores, objetivos y prioridades que se hayan consensuado.

Las TIC como instrumento para que los profesores ayuden al alumnado a alcanzar las competencias básicas, implican que el profesorado las utilice como:

1. Herramienta de consulta y aprendizaje

Existen contenidos digitales de muchos tipos. La tarea del profesor es saber buscar los recursos que le serán útiles, archivarlos y clasificarlos para poder recuperarlos para su uso posterior en el aula de acuerdo con los objetivos docentes, así como saber transmitir al alumnado estas mismas estrategias, y permitir que colaboren en este proceso.

2. Instrumento para el tratamiento de información y para crear y mostrar contenidos en red

Los ordenadores nos ofrecen una capacidad ilimitada para almacenar, combinar y editar recursos, desplazar o insertar fragmentos, hacer resúmenes y esquemas, conservar o comparar versiones, asociar textos, tablas numéricas, dibujos, vídeos, animaciones, elementos interactivos, crear bases de datos, etc., y para hacer que las producciones resultantes se puedan ver en la red.

Gracias al tratamiento de la información, los alumnos son capaces de producir contenidos que requieren el dominio de lenguajes diferentes, que les obligan en casos a ser más breves y esquemáticos, a incluir soporte fotográfico, colores, dibujos, a utilizar más y mejor el lenguaje oral, a trabajar la expresión corporal, a experimentar diferentes registros y simular profesiones con mayor sensación de realidad. Estos contenidos tienen una calidad visual insospechada hace unos años, y pueden ser expuestos fácilmente a compañeros, la comunidad escolar y el mundo en general.

Esto implica una formación de los profesores en lenguajes multimedia. Los profesores han de ser capaces de guiar al alumnado en la nueva era digital, y ello supone que deben dominar una nueva pedagogía que es diferente de la que se les enseñó a ellos y que supone una alfabetización del alumnado mucho más rica, variada y respetuosa con la diversidad. Las TIC han supuesto un cambio radical en las prácticas de lectoescritura y presentación de la información, en las que el texto escrito se complementa con otros medios.

El profesorado tiene que utilizar estrategias nuevas, sin embargo, para alcanzar esta alfabetización del alumnado, minimizar la más peligrosa de sus prácticas, el “recorta y pega” no es difícil. Basta pedirles que elaboren esquemas o dárselos nosotros, y exigir que se ciñan a ellos, incluir preguntas y respuestas sobre los contenidos aportados, pedirles que hagan valoraciones o resúmenes de lo elaborado o se sometan a pruebas en las que defiendan lo que ha producido oralmente o por escrito.

3. Instrumento para la comunicación y el trabajo en red

Para abrir las puertas de su aula al mundo y colaborar virtualmente con otras aulas o personas, el profesor necesita sentirse preparado para ello. A veces, el miedo a las tecnologías nos impide darnos cuenta de que esto se consigue con un simple email entre alumnos.

Hay, sin embargo, gran cantidad de herramientas de comunicación virtual, tanto sincrónica como asincrónica, disponibles. Es el caso de los foros, grupos de noticias, chats, videoconferencias, entornos virtuales, y, últimamente, las redes sociales, que podemos utilizar con alumnos.

Colaborar supone, en un primer nivel, ver lo que otros han hecho y opinar, contribuir o rehacer este trabajo. En un segundo nivel, colaborar es crear conjuntamente. Las herramientas de la web 2.0 nos permiten ambas cosas de forma extremadamente sencilla a nivel técnico.

Hay multitud de herramientas gratuitas en red que nos permiten construir en colaboración, realizando tareas conjuntas entre alumnos que no están juntos ni trabajando al mismo tiempo. Podemos crear contenidos entre muchos en blogs, wikis, mapas mentales, galerías de fotos y vídeos, con poca necesidad de planificación coordinada.

Todo ello sin perder de vista que nos encontramos en un entorno académico, pero conscientes de que las TIC han supuesto un nuevo modo de concebir el trabajo y las relaciones. Éste es un cambio que afecta tanto el proceso de sociabilización como al proceso de aprendizaje.

El cambio necesario, en este caso, es más pedagógico que técnico y requiere que los profesores compartan la visión de la oportunidad que supone aprender haciendo y compartiendo y estén dispuestos a aceptar las consecuencias que esta nueva situación comporta en las relaciones jerárquicas con los alumnos y en el manejo general del aula. También supone un cierto repertorio de estrategias para minimizar nuevos problemas (conectividad lenta, mal funcionamiento del equipamiento, desconocimiento de programas por parte del alumnado...).

Aunque las habilidades que el profesorado necesita en este caso tengan mucho que ver con una reflexión sobre su papel como educador, también es necesario que se familiarice con algunas herramientas de hardware y software que le permitan conocer posibilidades concretas.

A todo esto es necesario sumar información sobre los proyectos en red disponibles y ser capaces de transferir su dominio didáctico de metodologías de trabajo por proyectos a la colaboración virtual.

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